martes, 27 de diciembre de 2011

Noches de Insomnio - Parte IV


Cuando regrese a casa, repase de nuevo la escena del crimen mentalmente mientras caminaba inquieta de un extremo a otro del pasillo, aquel cadáver  yacente en el suelo no dejaba de perturbar mis pensamientos.

Exhausta me senté en un rincón de mi cuarto y apoye la cabeza en la almohada hasta que termine cayendo dormida. Recuerdo que sólo cerré los ojos un instante en busca de fuerzas renovadas, y al abrirlos un brillo metálico emborrono mi mirada.

Agite la cabeza hacía los lados algo confusa y aturdida, había dejado de estar en  mi apartamento y me encontraba sentada en la moqueta empapada de sangre de casa de la mujer asesinada, que lentamente iba tintando mis manos.
Entonces la mujer movió la cabeza como si de un espasmo se tratará, como si cobrase vida, y el brillo metálico me volvió a cegar.

Me acerque curiosa, pero con cautela, el brillo provenía de la garganta de la víctima. Un escalofrío me estremeció al clavar la mirada en aquel cuerpo inerte, y tras introducir mis dedos en la herida de la garganta, sentí como la víctima hacía desaparecer el objeto en el fondo de sus entrañas. Hurgue con los dedos forrados de látex entre la viscosidad de la sangre y finalmente, saque la pieza.

Momentos más tarde, desperté en la almohada de la habitación del apartamento, y me pregunte si todo aquello había sido real o lo había soñado producto del estrés.

Fiel a mi instinto, descolgué el teléfono y decidí llamar a Taylor.



                                                        

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